Llegué a las sesiones con varios malestares que llevaban meses afectando mi vida. Desde la primera sesión de sanación energética sentí algo diferente… una paz interior que hacía mucho no experimentaba.
A través de las terapias de radiestesia sanadora, el reiki y las meditaciones guiadas, comencé a liberar emociones y memorias que ni sabía que cargaba. Los procesos de perdón fueron una llave poderosa: comprendí que mi cuerpo solo reflejaba lo que mi alma necesitaba sanar.
Hoy puedo decir con el corazón lleno de gratitud que el dolor desapareció. Me siento más liviano, en equilibrio y con una conexión nueva hacia mí mismo. Fue un proceso amoroso, profundo y transformador. Gracias infinitas a Marcela por acompañarme en este camino de luz y sanación que se que nunca termina pero este fue un muy buen comienzo.